Quien tenga hijos pequeños lo sabrá. Los niños no paran de moverse, jugar y corretear por la casa. No pueden evitarlo, está en su naturaleza. No obstante en ocasiones puede parecernos que nuestro hijo es incluso más revoltoso que el resto de niños de su edad y que no puede estarse quieto ni dos segundos. Es cuando tal vez empezáramos a preocuparnos y a preguntarnos si hay algún problema. Si estamos bien informados posiblemente pensaríamos que podría tratarse de un caso de hiperactividad. Y nos preguntamos, ¿cómo saber si mi hijo es hiperactivo?

La hiperactividad, más correctamente conocida como trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), es un trastorno de la conducta que afecta al 3-7% de la población infantil. Es tres veces más frecuente en niños que en niñas y se caracteriza por una triada de síntomas: falta de atención, hiperactividad e impulsividad.

Los niños hiperactivos se distraen fácilmente y tienen serias dificultades para realizar tareas que requieran una atención sostenida durante cierto tiempo. Hay que dejar claro que la hiperactividad no conlleva retraso mental ni falta de inteligencia, aunque evidentemente la falta de atención dificulta su aprendizaje y puede llevar al fracaso escolar si no se trata. Los niños con TDAH también son tremendamente inquietos, no pueden parar de moverse. Además, no se reprimen en absoluto; dicen lo que piensan sin ningún tapujo.

¿Cómo saber si mi hijo es hiperactivo?

Según la edad del niño, existen varios indicadores que permiten sospechar la existencia de un trastorno de déficit de atención e hiperactividad:

  • Niños de hasta 2 años: tienen problemas de sueño: alteraciones de los ritmos de sueño-vigilia, sueños cortos, despertares sobresaltados, contracciones mientras duermen; reaccionan de forma exagerada a los estímulos auditivos y se resisten a los cuidados.
  • Niños de 2 a 3 años: son inmaduros en cuanto al lenguaje expresivo, se mueven demasiado y no ven el peligro, por lo que son propensos a sufrir accidentes.
  • Niños de 4 a 5 años: se muestran desobedientes y no suelen seguir las normas. Empiezan los problemas de adaptación social.
  • Niños de 6 años en adelante: los problemas de adaptación social se recrudecen. El niño se comporta de forma antisocial, impulsiva y tiene déficit de atención. Normalmente se producen muchos casos de fracaso escolar.

La hiperactividad en niños puede detectarse, y tratarse, si se cuenta con los medios adecuados (farmacológicos y/o psicoterapéuticos). Para terminar, un dato alarmante: según las estadísticas, el 10% de  la población reclusa sufre un trastorno de déficit de atención e hiperactividad.

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