Cirrosis

La cirrosis es una patología crónica e irreversible que afecta, principalmente, al hígado, de ahí que también se conozca como cirrosis hepática. La cirrosis es la 17ª causa de muerte por enfermedad del planeta, estando más presente en hombres que en mujeres, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Qué es la cirrosis

La cirrosis consiste en una inflamación intersticial del hígado, que provoca cicatrización o fibrosis progresiva y nódulos entre sus células; por ello, también se dan cambios en la estructura de este órgano y sus funciones al bloquearse la circulación sanguínea. Cada vez que se produce una lesión en el hígado, sea por la causa que sea, este intenta repararse a sí mismo mediante una cicatrización del tejido. La enfermedad avanza a medida que estas cicatrices son más numerosas e impiden al hígado funcionar con normalidad.

¿Cuáles son los síntomas de la cirrosis?

En los primeros estadios, esta patología no presenta síntomas evidentes. No obstante, estos aparecen cuando la enfermedad ha avanzado:
  • Debilidad y fatiga
  • Pérdida de apetito y de peso
  • Náuseas y vómitos
  • Dolor abdominal
  • Arañas en la piel como efecto en los vasos sanguíneos.
Cuando la enfermedad alcanza cierta gravedad, puede presentar otras señales que nos indiquen su presencia:
  • Edemas y ascitis
  • Picazón en la piel
  • Cálculos biliares
  • Diabetes tipo 2
  • Cáncer de hígado
  • Esplenomegalia
  • Hipertensión portal
  • Moretones y hemorragias usuales
  • Varices
  • Sensibilidad a los medicamentos
  • En mujeres, se puede dar una ausencia de períodos que no esté relacionada con la menopausia
  • En hombres, pérdida de deseo sexual, atrofia testicular o incremento de los senos (ginecomastia).

Tipos de cirrosis

La cirrosis se puede presentar por distintas causas; este criterio es el que genera una diferenciación entre los distintos tipos de cirrosis.

Cirrosis alcohólica

Está causada por un consumo excesivo de alcohol, dañando de forma sistemática el órgano.

Cirrosis por hepatitis

Esta enfermedad, ya sea del tipo B ó C, puede ser también desencadenante de la cirrosis por su generación de fibrosis en el hígado.

Cirrosis criptogénica

El origen de esta enfermedad es desconocida.

Hepatopatía grasa no alcohólica

Se produce cuando las células del hígado acumulan demasiada grasa, provocando la fibrosis.

Cirrosis esclerosante primaria

Se producen por un hinchazón de las vías biliares que hace que queden obstruidas.

Cirrosis biliar primaria

El origen está en un fallo del sistema inmunológico, que provoca un ataque a las células hepáticas.

Cirrosis biliar secundaria

La causa una obstrucción de las vías biliares.

Diagnóstico

Uno de los métodos iniciales para el diagnóstico de la cirrosis es la anamnesis, especialmente recurrida cuando el paciente tiene problemas de alcoholismo u obesidad. También puede servir la ecografía como forma de detectar la cirrosis, así como la elastografía por resonancia magnética, la tomografía computarizada o la resonancia magnética. Una biopsia puede servir para extraer una muestra de tejido hepático, en busca de bandas diseminadas que dividen al hígado a través de un examen microscópico. En caso de que el paciente presente una cirrosis avanzada, el especialista recurrirá al puntuaje MELD, basado en una triple prueba de sangre de la que se obtiene una puntuación del 6 al 40: una puntuación baja puede indicar una alta probabilidad de supervivencia pasados tres meses, mientras que los índices más altos supondrán un mayor riesgo de no superar la enfermedad.

Tratamientos para la cirrosis

Como hemos dicho anteriormente, la cirrosis es una enfermedad crónica e irreversible, por lo que no existe un tratamiento que elimine por completo la cirrosis. En cambio, el especialista puede recomendar algunas medidas para paliar los efectos.

Cambios en el estilo de vida

En caso de que el paciente presente problemas de alcoholismo u obesidad, se recomienda evitar la bebida o bajar de peso, respectivamente. Siempre se sugiere una dieta nutritiva baja en sodio.

Medicamentos

Se recetan medicamentos para tratar de retrasar el avance de la enfermedad o combatir el dolor y el cansancio.

Disminución de la presión sanguínea

Mediante la colocación de pequeñas prótesis en las paredes arteriales, se alivian retenciones de líquidos o sangrado venoso en estómago y esófago. Endoscopio: mediante este mecanismo, se estiran las vías biliares para sacar los cálculos biliares que obstruyen el flujo de la bilis y así garantizar un flujo correcto.

Trasplante de hígado

Este es el último recurso para los estados más severos de la enfermedad, en los que se puede plantear la sustitución de este órgano dañado por otro en mejores condiciones.

Recomendaciones y consejos

Existen algunas indicaciones que pueden minimizar el riesgo de padecer esta enfermedad, entre las que se encuentran las siguientes:
  • Evita el alcohol
  • Alimentación sana
  • Peso saludable
  • Prevén la hepatitis, evitando compartir agujas o manteniendo relaciones sexuales con protección.

Preguntas frecuentes

Cirrosis sin tomar alcohol: ¿es posible?

Una de las creencias más extendidas sobre la cirrosis es que esta se debe sólo a una ingesta excesiva de alcohol, cuando esta solo es una de las posibles causas. Por tanto, sí es posible padecer cirrosis sin tomar alcohol, ya sea por padecer hepatitis, obesidad, exceso de grasa en las células hepáticas o por algún fallo en el sistema inmunológico.

¿Cirrosis es igual a cáncer de hígado?

La cirrosis no es igual que el cáncer de hígado, sino que la primera enfermedad es un factor de riesgo importante para la aparición de la segunda. No obstante, no siempre están relacionadas ambas patologías, por lo que la cirrosis no es igual a cáncer de hígado.  

Cirrosis: alimentos permitidos y prohibidos

Como hemos visto anteriormente, la cirrosis requiere una dieta especial para sobrellevarla de la mejor forma y que la nutrición no suponga una complicación en las fases de superación de la enfermedad. Aunque es fundamental que un doctor especialista sea quien dicte las pautas específicas, estas son algunas de las medidas más usuales:
  • Por supuesto, eliminar por completo el alcohol.
  • Reducir el consumo de proteína animal y apostar por aquellas de origen vegetal (soja, tofu, quinoa, arroz, legumbres, etc.).
  • Es positivo recurrir a aquellos alimentos ricos en hidratos de carbono, ya que regeneran la energía perdida, como las patatas, los garbanzos, las lentejas o los guisantes.
  • Es aconsejable consumir alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras, que las puedes comer unas tres veces al día.
  • También conviene el consumo de ácidos grasos esenciales, como aquellos procedentes de semillas y frutos secos.
  • Yogures desnatados, queso bajo en grasa, huevos, bebida de soja, carne blanca (pavo, pollo o conejo) y el pescado, que son muy ricos en proteínas, pueden completar la dieta de una persona con cirrosis.
La preparación de los platos deben ser en cocciones sin grasa o con poco aceite, anteponiendo la cocina al vapor, hervida, escalfada o al baño María para que el hígado tenga una labor más sencilla.

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