Hoy es el aniversario del nacimiento de Susumu Tonegawa, biólogo molecular japonés que ganó el Premio Nobel de Medicina o Fisiología en 1987 por descubrir los principios genéticos que explican la producción de diferentes tipos de anticuerpos por parte de los linfocitos B. En este post queremos fijarnos en las características de los linfocitos B y su papel en la respuesta inmune.

¿Qué son los linfocitos B?

Los linfocitos son células sanguíneas responsables de la respuesta inmune, que defiende al organismo frente a elementos extraños, como microorganismos, células tumorales y antígenas en general.

Existen dos tipos de linfocitos, los linfocitos T y los que ahora nos ocupa, los linfocitos B. Los linfocitos B constituyen entre un 5 y un 15 % del total de linfocitos existentes. Estos linfocitos se diferencian primero en el bazo fetal y luego en la médula ósea del adulto.

Cuál es la función de los linfocitos B

Los linfocitos son células de defensa altamente especializadas ya que diferentes grupos de linfocitos se adaptan a diferentes gérmenes. Cuando tu cuerpo está infectado con un germen en particular, sólo las células T y B que lo reconocen responderán ante la amenaza. Estas células seleccionadas luego se multiplican rápidamente, creando un ejército de linfocitos idénticos para combatir la infección.

Con la ayuda de células T, las células B producen proteínas especiales en forma de Y, llamados anticuerpos. Los anticuerpos se adhieren a los antígenos en la superficie de los patógenos. Al hacerlo, se convierten en una señal de alarma para los fagocitos, células que de dedican a  engullir y destruir a estos intrusos.

¿Cómo reconocen los linfocitos B a los invasores?

Las células T y B reconocen a los invasores gracias a unas moléculas que estos llevan en su superficie, los antígenos. Para que este reconocimiento sea posible los linfocitos fueron “entrenados” durante su proceso de maduración, para poder diferenciar las proteínas potencialmente peligrosas de las que se encuentran en nuestro propio cuerpo (evitando así que ataquen a nuestro propio cuerpo)

Muchas células B maduran en lo que se denominan células plasmáticas que producen anticuerpos (proteínas) necesarias para combatir infecciones mientras que otras células B maduran en células B de memoria. Las células B de memoria proporcionan la inmunidad adquirida, haciendo que el paciente esté protegido frente a segundos ataques de un patógeno.  Esta memoria inmune es la base de las modernas técnicas de vacunación.

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