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Los snakcs contienen una cantidad poco saludable de grasas trans.

En el inconsciente colectivo existe la idea de que todo lo que es de origen vegetal es bueno para la salud. Las marcas de alimentación lo saben e intentan explotarlo al máximo en sus productos. Y la verdad es que en bastantes casos es cierto. Sin embargo, como en todas las generalizaciones, es una norma que nunca se cumple al 100%. En este post vamos a hablar de una de las excepciones a esta regla de “origen vegetal = bueno para la salud”, se trata de las grasas trans.

¿Qué son las grasas trans?

Como ya adelantamos en nuestro último post (ver Grasas saturadas, insaturadas y de otros tipos ¿Existen grasas buenas y malas?), las grasas trans son de origen vegetal, por lo que podríamos pensar en un principio que son tan beneficiosas como el resto de grasas vegetales (como el aceite de oliva o los omega-3 de la soja), pero no es así en absoluto. Las grasas trans son las más perjudiciales para la salud que podemos encontrar en nuestros alimentos; más incluso que las grasas saturadas.

Las grasas trans proceden de los omega-3 y omega-6 (aceites vegetales “buenos”) que se someten a un proceso de hidrogenación. Con la hidrogenación el aceite líquido se transforma en grasa sólida. Esta solidificación incrementa la vida útil de los alimentos, mejora su aspecto y los hace más suculentos. Sería un proceso ideal si no fuera porque en el camino las grasas trans pierden todos los beneficios que pudieran tener los omega-3 y omega-6, y se transforman en un tipo de grasa especialmente nociva para la salud.

Se ha demostrado que el consumo de grasas trans eleva el nivel de colesterol LDL (colesterol “malo”) y disminuye el de HDL (colesterol “bueno”), favoreciendo considerablemente el riesgo de arterioesclerosis, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. Aparte aumenta el riesgo de diabetes, contribuyen especialmente a la acumulación de grasas en el abdomen y en embarazadas son un auténtico peligro para él bebe.

¿Dónde encontramos las grasas trans?

Algunos alimentos contienen de forma natural pequeñas cantidades de grasas trans (carne de cerdo, de cordero, mantequilla y leche), pero la mayor fuente de estas grasas la encontramos en alimentos industrializados como las margarinas, las patatas fritas, los snacks y los precocinados. También se usan en bares y restaurantes como aceite para la freidora.

Si las grasas trans son tan peligrosas, ¿por qué no se prohíbe su uso? Hay muchos intereses en juego; son grasas muy baratas y como ya hemos dicho alargan la vida de los alimentos y los hacen más suculentos. No muchas grandes empresas de alimentación están dispuestas a renunciar a su uso. Pero por suerte cada vez hay más países que restringen su cantidad en alimentos u obligan a informar sobre el contenido en grasas trans de los mismos. En algunos casos se ha optado por prohibir completamente su uso, como hizo Dinamarca en 2004.

En España aún no hay una normativa clara; pero dada la mala fama de las grasas trans, en muchos envases se usa el término “grasas vegetales parcialmente hidrogenadas “o, de forma más equivoca aún, “aceites vegetales”. Así que mirad bien las etiquetas en el supermercado.

1 Comentario

  • wonga,

    I am very happy to read this. This is the type of manual that needs to be given and not the random misinformation that’s at the other blogs. Appreciate your sharing this greatest doc.

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