La oncología es el área de la medicina que se ocupa del estudio y tratamiento del cáncer. Una célula se divide para producir más células sólo cuando el organismo lo necesita. Normalmente su número de divisiones es limitado -y varía en función del tipo celular-, pero en ocasiones, como consecuencia de daños o mutaciones en su ADN, continúa dividiéndose más allá de su límite natural. Cuando esto sucede, se forma una masa de tejido denominado tumor. Los tumores pueden surgir en todos tipos de tejidos y ser benignos o malignos.
Un tumor se considera maligno si crece de forma desmesurada o agresiva. Los tumores malignos son cancerosos. Las células cancerosas pueden romper las uniones intercelulares y diseminarse a través de la sangre o la linfa, produciendo una metástasis que puede acarrear la muerte de quien lo sufre.
El diagnóstico, la estadificación (ver en qué etapa se encuentra el cáncer), la planificación del tratamiento, el seguimiento terapéutico y la vigilancia posterior al tratamiento son procesos clave en oncología. La imagen médica, por su naturaleza no invasiva, desempeña un papel fundamental en todas estas fases. No obstante, las llamadas técnicas de imagen anatómica, como el TAC o la resonancia magnética pueden detectar tumores de cierto tamaño, pero no pueden decirnos si son benignos o malignos. Este problema puede resolverse mediante el uso de técnicas de imagen nuclear.
Las células cancerosas tienen un metabolismo aumentado, necesitan una gran entrada de glucosa (el combustible celular) para mantener el elevado consumo energético asociado a la síntesis proteica y a la replicación del DNA durante la división celular. Esta característica en particular es la que convierte a las técnicas de imagen nuclear en una herramienta útil en el diagnostico y seguimiento del cáncer.
La imagen nuclear proporciona una imagen funcional, es decir, de la función metabólica, por tanto sirve para detectar una actividad metabólica anormal como la producida en los tumores malignos. Para ello se sirve del uso de radiofármacos (fármacos unidos a una sustancia radiactiva) análogos de la glucosa. Estos radiofármacos tienen una estructura muy parecida a la glucosa, así que son captados como alimento por las células tumorales. Sin embargo, no son glucosa y no pueden ser metabolizados por la célula tumoral, así que quedan atrapados dentro de ella emitiendo radiaciones que pueden ser detectadas mediante cámaras especiales. De este modo el radiofármaco actúa como un trazador, señalando aquellas zonas del organismo dónde hay un metabolismo aumentado y por tanto puede sospecharse que exista un tumor maligno.
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