Post escrito por Sergio Martinez Berdor (Psicólogo):

 

PRINCIPIOS BÁSICOS SOBRE HIPOTERAPIA O EQUINOTERAPIA

El término hipoterapia proviene del griego (hipo significa caballo), de hecho, las primeras referencias que existen sobre esta forma de conectar al humano y sus sentimientos con el animal equino se remonta a la antigua Grecia. En el año 460 a.C., Hipócrates recomendaba encarecidamente este acercamiento al mundo de los caballos para los pacientes terminales como estrategia terapéutica. Ha pasado muchísimo tiempo, pero la historia contemporánea de la terapia ecuestre nos demuestra que tan sólo ha avanzado de manera significativa en las últimas décadas, comenzando a fomentarse en los años 50-60 en países escandinavos, Estados Unidos y Canadá para poco después fortalecerse y llegar a Europa occidental, centro América y finalmente a Latinoamérica y Europa del este.

El que se comprendió como primer modelo de terapia equina fue llevado a cabo por Lis Hartel con ayuda de su madre y mentora Else Holst. Lis Hartel (Copenhague, 1921) convivió siempre entre caballos, siendo una promesa de Dinamarca para la doma y el adiestramiento hasta que en 1944 una epidemia de poliomielitis asoló el país, causando 350 víctimas mortales y afectando a más de tres mil personas. Una de ellas fue Lis, ella sufrió parálisis de sus piernas e inmovilidad parcial de los brazos también. Gracias a la sinergia con su caballo Jubilee, y el gran esfuerzo y convicción que tenía por seguir montando, Liz comenzó una terapia psicomotriz durante 3 años con el caballo que le hizo recuperar la movilidad de los brazos y las piernas hasta las rodillas. Posteriormente ganaría varios premios de doma y adiestramiento a nivel nacional y fue seleccionada para el que era su sueño, participar en los juegos olímpicos de Helsinki 1952. Liz Hartel fue medalla de plata, la primera medalla conseguida en este deporte por una mujer y posteriormente ella dedicaría su vida a la implantación y creación de nuevos métodos para la rehabilitación, terapia y sinergia con los caballos.

En 1992, se crea la Asociación Americana de Hipoterapia, basándose al principio en conceptos básicos a cerca del control motor principalmente, contando con las características propias del equino como la diferencia de la temperatura corporal, el uso del lomo y el paso, los movimientos tridimensionales que promueven la integración sensorial y ayudan al paciente a anticipar los movimientos y, en consecuencia, realizar los adecuados ajustes posturales. Para ello es crucial trabajar la orientación y el equilibrio postural; la orientación implica la alineación activa del tronco y cabeza con respecto al centro de la masa corporal y superficies de apoyo, en conjunto la información sensorial en relación con el contexto del medio ambiente. El equilibrio postural tiene que ver con las estrategias de coordinación del movimiento (teniendo en cuenta el propio y el del animal) para estabilizar el centro de gravedad. Las ventajas de movilidad y rehabilitación son inconmensurables y muy variadas con el uso del ejercicio ecuestre, pero la terapia equina va mucho más allá y a día de hoy está en auge y creciendo a pasos agigantados por otras razones más novedosas que la actividad motriz. La gran sensibilidad y capacidad de percepción del animal es clave en lo que viene a continuación.

PRIMER CONTACTO CON LA EQUINOTERAPIA

A partir de esta sucinta puesta en escena histórica, me gustaría narrar mi experiencia personal en el mundo de la equinoterapia. En marzo de 2016, entré en el Servicio de Voluntariado Europeo (EVS por sus siglas en inglés) en el programa llamado “EVS 4 ALL” con sede en Varsovia, capital de Polonia. Mi voluntariado principalmente era con personas con discapacidad en una asociación llamada MAJA Asociation, un centro de día en la que había personas con síndrome de Down, parálisis cerebral, TEA (autismo), con diferentes tipos de esclerosis y/o coeficiente intelectual bajo. Nos centrábamos en arteterapia con cerámica y pintura, teníamos talleres de cocina, de música y una vez por semana, terapia con caballos.

La asociación Hippotherapy Foundation participaba también en este programa y allí pude comprender hacia donde van encaminadas las terapias con caballos, hacia la sensibilidad de las emociones, hacia la calma durante su bienestar y la sinceridad que transmiten estos animales. Nuestra labor era sencilla, limpiar a los caballos, alimentarlos, adecentar su establo, su hábitat, acompañar a la terapeuta a lo largo de los diferentes ejercicios y estar cerca para dar seguridad a los participantes. Al principio yo no podía hacer bien esta última función porque no confiaba en mis habilidades y sobre todo porque tenía respeto hacia estos animales, casi miedo. Recuerdo que un día dos de los más grandes equinos se enfadaron y soltaron un par de coces entre sí. Me impresionó la decisión y sensación de poderío con que la terapeuta actuó, separándoles y echándoles la bronca después. A continuación me explicaron que estas trifulcas se podían anticipar por la conducta extraña del caballo, además de porque les cambiaba la expresión facial a los caballos ante estas situaciones, de manera que parece que se ponen “muy feos” y con las orejas hacia detrás.

Unas semanas más adelante en mis propia experiencia pude ver a lo que se referían y anticipar que una nueva disputa de poder iba a darse por la cara “fea” y orejas tensas del macho dominante, además de que en esa última sesión se había comportado de una manera algo extraña. Con esto quiero decir que la terapia con caballos no se basa simplemente en realizar ejercicios encima o al lado del animal, significa comprenderle, sintonizar con lo que está sintiendo, anticiparte a sus salidas y sobre todo que te haga vivir en el presente que él vive, de estabilidad natural, de tranquilidad propia de su pureza.
El trabajo conjunto en estas dos asociaciones me hizo darme cuenta de dos conclusiones principales: las personas con discapacidad son muy sensibles emocionalmente y por regla general tratan de ser cercanos y cariñosos porque todos necesitamos de esa sensación de apego y calor humano. Lo segundo que aprendí es que esta sensibilidad se puede canalizar y enfocar hacia la conexión con un animal para hacer un entendimiento o viaje hacia el interior de uno mismo y comprender mejor los sentimientos propios para aprender a regularlos.

AUTISMO Y CABALLOS

El TEA (síndrome del espectro austista) afecta principalmente a la teoría de la mente, esto es, el sistema del cerebro que nos ayuda con el manejo de emociones propias, la comprensión de las de otros, empatía, ponerse en lugar de alguien, entender los juegos de palabras, las chanzas, bromas, dobles sentidos y un sinfín de componentes propios de lo que llamamos la inteligencia interpersonal. El entendimiento de las relaciones y normas sociales e interés por el contacto íntimo y las amistades. No quiero decir que estas personas no lo tengan en absoluto, pero es cierto que los autistas o personas con síndrome de Asperger tienen una perspectiva diferente a cerca de las relaciones con otras personas y eso les hace sufrir muchas veces. Esto es debido al profundo sentimiento de incomprensión y confusión hacia el mundo y es prácticamente permanente puesto que ellos se dan cuenta de que no encajan en sociedades o grupos sociales y les cuesta manejar esto internamente.

Cuando recuerdo a las personas con las que trabajé y a los pacientes sobre todo me acuerdo de uno con una sensibilidad para la pintura increíble, me dejaba anonadado con lo expresivas que eran sus pinturas, lo potentes, incluso lo desgarradoras en ocasiones. Me contaron que años atrás, este paciente perdió a su madre y él había comenzado a realizar “arteterapia” recientemente en MAJA. Este hombre con autismo pintó 30 obras de arte prácticamente idénticas, todas tenían 3 o 4 velas enormes en su interior y durante semanas sólo pinto eso y apenas habló con nadie ni dijo nada. De todas formas, él es una persona de pocas palabras, casi siempre decía “tú no puedes hacerlo”, “no puedo hacerlo” o “no tienes derecho a…” en polaco. Recuerdo que era muy difícil tratar de hablar o acercarse a él porque se ponía muy nervioso aunque jamás agresivo, solamente con sí mismo cuando se mordía los nudillos para tratar de paliar su malestar y su incomprensión hacia un entorno que se le antojaría extraño o aterrador. En ocasiones también reía y repetía a otra gente con aire bastante feliz, cambiando voces y dibujando cosas alegres como excursiones que habíamos hecho o caras sonrientes.

Nuestro amigo nunca vino con nosotros a ninguna sesión de hipoterapia, es una lástima, porque muchas veces me he preguntado si la sinergia y conexión con el caballo le habría ayudado a no morderse tanto los nudillos, autolesionándose por la incomprensión de la que hablamos. O en esa época en que sufrió tanto pintando velas y tuvo escaso apoyo humano, (quizás porque le hacía sentirse vulnerable e incómodo) me cuestiono si le hubiese valido la noble ayuda de la sensibilidad y tranquilidad del caballo. Al fin y al cabo, todos necesitamos conectar con algo que nos aproxime al presente, a la realidad, nos haga sentirnos vivos y parte de algo.
Deberíamos agradecer a los animales, como los caballos, la enorme transformación en la perspectiva caótica, confusa y disfuncional que tenía Temple Grandin sobre el aspecto relacional. Ella es a día de hoy la mujer más conocida e influyente en el mundo del TEA por sus múltiples contribuciones a la ciencia y al entendimiento de este síndrome, (en especial del síndrome de Asperger que ella tiene) y, por supuesto, de la profunda conexión humana que puede darse con los animales.

Por último, dar las gracias también a Tereza Sejkova y a Natalia Szmit quienes me ayudaron con sus traducciones, conocimiento, y comprensión en MAJA y en Hippotherapy Foundation, respectivamente, durante mi aprendizaje en Polonia.
Sergio Martínez Berdor

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